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miércoles, 28 de mayo de 2014

Charles Bukowski enfrentándose a la muerte (2a. parte)

Continúa la serie de poemas sobre la muerte de Charles Bukowski publicada en nuestra entrada anterior.



azul*

pez azul, noche azul, un cuchillo azul-
todo es azul.
y mis gatos son azules: pelaje azul, garras azules,
bigotes azules, ojos azules.

mi lámpara junto a mi cama produce
un brillo azul.

en mi interior, mi corazón azul bombea sangre azul.

mis uñas de las manos, mis uñas de los pies son
azules

y alrededor de mi cama flota un
fantasma azul.

incluso el sabor de mi boca es
azul.

y yo sigo solo y agonizante y
azul.



*Azul: En inglés, el color azul es sinónimo de tristeza.



recapitulación

más días perdidos,
días sangrientos,
días evanescentes.

más días malgastados,
días desechados,
días fustigados,
mutilados.

el problema es
que son días que se suman
a una vida,
mi vida.

yaciendo aquí
a mis 73 años de edad
me siento vilmente
engañado,
como cuando se rompe un palillo
mientras uno
se lo pasa
por lo dientes.

la muerte debería ser sencilla;
como un tren de carga que
no alcanzas a escuchar
justo cuando le acabas de dar la
espalda.



se avecina el ocaso

no hay quien se lamente de mi partida,
ni siquiera yo;
pero me gustaría escuchar el canto de algún juglar
o al menos algún brindis con una copa de vino.

creo que debe resultar molesta sobre todo para los jóvenes:
una muerte lenta y apacible.
aun así podría resultar todo un sueño hecho realidad para cualquier hombre;
uno desea zarpar en una vieja embarcación,
con sus cascos cubiertos de costras blancas de sal
desplazándose sobre el mar mientras sacude nuestras ideas de inmortalidad.

agua de mar en nuestras narices
agua de mar en nuestro cabello
agua de mar hasta el tuétano, en los ojos
y sí, también dentro de nuestro pecho.
¿acaso extrañaremos
el amor de una mujer o la música o los alimentos
o el retozar de un enorme y musculoso
caballo, pateando terrones y destinos
alto y lejos
por un instante mientras se avecina el ocaso?

por ahora es mi turno
y no hay ninguna majestuosidad en ello
porque tampoco hubo ninguna majestuosidad
antes
y cada uno de nosotros, como gusanos arrancados
de nuestras manzanas de un mordisco,
no merecemos ninguna clase de indulto.

la muerte entra por mi boca
y las serpientes recorren mis dientes
y me pregunto si acaso no me siento asustado de
esta sorda y apacible muerte que
se asemeja al marchitarse de una rosa.



cavilaciones durante el crepúsculo


el divagar de la mente,
la pérdida paulatina, el marcharse lejos.
el propio fallecimiento no puede resultar nada interesante.
desde mi cama veo 3 pájaros a través de la ventana del lado Este:
uno negro como el carbón, otro café oscuro, el
otro amarillo.
conforme anochece contemplo el parpadear de las luces del puente.
me encuentro tendido en mi cama envuelto hasta la barbilla.
no tengo idea de quién ganó en la pista de carreras el día de hoy.
mañana tendré que volver otra vez al hospital.
¿por qué a mí?
¿por qué no?


mi último invierno

contemplo esta última tormenta como si careciera de importancia a los ojos
del mundo;
hay cosas mucho más importantes por las cuales preocuparse y a tener
en consideración.

contemplo esta última tormenta como si careciera de importancia a los ojos
del mundo
y no quiero decir con ello que debería darle importancia alguna.
han habido otras tormentas mucho más grandiosas e impresionantes.
contemplo esta última tormenta mientras se avecina y en calma
mi mente espera.
contemplo esta última tormenta como si careciera de importancia a los ojos
del mundo.
el mundo y yo raras veces hemos estado de acuerdo en la mayoría
de las cosas pero
por hoy coincidimos en algo.
así que adelante, trae a mí esta última tormenta.
que ya he aguardado pacientemente por ella demasiado tiempo.  



como un delfín

la muerte posee un borde escabroso
a partir del cual no hay escapatoria.
el guardián tiene posado su ojo sobre mí.
su ojo malo.
por ahora estoy pasando duros momentos
en soledad.
encerrado bajo llave.
no seré el primero ni tampoco el último.
sólo me gustaría contarles cómo pasan estas cosas.
en este momento, yazgo bajo mi propia sombra.
los rostros de la gente se tornan cada vez más tenues.
las viejas canciones todavía siguen sonando.
con mi mano en el mentón, sueño con
la nada mientras mi infancia perdida
se precipita como un delfín
en los gélidos mares.



Fuente: Charles Bukowski, The pleasure of the damned
Traducción: Lucio Arreola Barroso




Charles Bukowski enfrentándose a la muerte (1a. Parte)

Charles Bukowski murió de leucemia a los 73 años en San Pedro, California, el 9 de marzo de 1994. Los poemas que se presentan a continuación fueron escritos durante el periodo que duró su larga enfermedad (alrededor de un año).   



mente y corazón

inexplicablemente estamos solos
eternamente solos
y así es como
están destinadas a ser las cosas,
nunca estuvieron destinadas
a ser de otra manera-
y cuando comience mi forcejeo
con la muerte
lo último que quiero ver
es
a un círculo de rostros humanos
merodeando a mi alrededor-
es mejor estar solamente con mis viejos amigos,
con los muros de mi mismidad,
dejemos que únicamente ellos estén ahí.

he vivido solo pero muy rara vez
me he sentido abandonado.
mi sed ha quedado satisfecha
con el pozo
de mi mismidad
y aquél vino fue bueno
el mejor que haya bebido,
y esta noche
sentado
mirando fijamente la oscuridad
finalmente entiendo
la oscuridad y la
luz y todos
sus tonos intermedios.

llega la paz de la mente
y del corazón
cuando aceptamos las cosas
como son:
haber nacido
bajo estas extrañas
formas de vida [,]
debemos aceptar
los riesgos infundados de
nuestros días
y hallar algo de satisfacción
en el placer de
poder dejar todo esto
atrás.

no lloren por mí.

no sientan pena por mí.

lean
todos mis escritos
y luego
olvídense
de ellos.

beban del pozo
de su mismidad
y comiencen
de nuevo.



TB*

he padecido esto por un año, realmente he invertido
en ello muchas
horas de sueño, recostado en posición erguida sobre
dos almohadas para evitar que tosa
toda la sangre drenada de mi cerebro,
y frecuentemente me he despertado mientras me hallo
resbalándome por las orillas de la
cama.
como mi TB resulta contagiosa no he
recibido visitas y el teléfono
ha dejado de sonar
y ésta es la mejor
parte.

a lo largo del día veo la TV y pruebo algo de comida,
ninguna de las dos son muy buenas
que digamos.
las series televisivas y los programas de entrevistas
resultan todo
un tormento,
así que a falta de cualquier otra
actividad
prefiero ver los juegos
de baseball
y seguir a los Dodgers hasta
el campeonato.
no me queda mucho más por hacer
excepto tomar antibióticos y mi jarabe
para la tos.
también esto me permite ahorrar
kilometraje de mi auto
pero extraño endemoniadamente
asistir a la vieja pista de
carreras.

uno logra darse cuenta cuando se halla
aislado de la vida cotidiana
que ni tú ni ninguna persona
resultan indispensables.
las aves ni siquiera notan que te has ido,
a las flores no les importa,
el resto de la gente no lo nota,
pero el SRI**,
la compañía de teléfonos,
las compañías de gas y de electricidad,
el DVA***, etc.,
se mantienen en contacto.

permanecer enfermo de gravedad o estar muerto son
cosas muy parecidas
a los ojos de la
sociedad.

de todas maneras,
no hay razón para no quedarse tumbado
y simplemente
disfrutar de ello.
_________________________________________________________________________________
* TB: Abreviatura de tuberculosis.
** SRI: Servicio de Rentas Internas, o IRS por sus siglas en inglés (Internal Revenue Service). Se trata de la agencia tributaria de los Estados Unidos.
*** DVA: Departamento de Vehículos Automotores o DMV (Deparment of Motor Vehicles). Agencia encargada de otorgar las licencias de manejo, así como de llevar un registro de las tenencias de autos, de las multas de tránsito y de los accidentes de autos, en los Estados Unidos.
  


cáncer

a media hora de ninguna parte
solo
en la derruida
torre de mi mismidad

tambaleante en ésta[,] la
hora más
oscura

he perdido mi última
apuesta

y me
dirijo
hacia

un esquelético
silencio.



el primer poema a mi regreso

64 días con sus noches en aquél
lugar, quimioterapia,
antibióticos, sangre corriendo a través
del catéter.
leucemia.
¿quién, yo?
a la edad de 72 años tenía este ingenuo pensamiento de que
moriría pacíficamente mientras dormía
pero
los dioses no lo han querido así.
yazgo sobre esta máquina, destrozado,
vivo a medias,
aún invocando a la Musa,
pero estoy de regreso sólo por el momento;
mientras que ya nada parece igual.
no he vuelto a nacer, tan sólo
voy tras la caza
de algunos días más, de algunas noches más,
como
esta
noche.



el cansancio después del anochecer

mientras fumo un cigarro noto a un mosquito que
ha muerto aplastado en la
pared
y suena la música de un órgano de hace siglos
en mi radio color negro
y en la planta baja mi esposa mira un video rentado en
la videocasetera.

éste es el espacio entre espacios, éste es el instante en
el que hasta los más aguerridos claudican por un momento, éste es el instante
en el que consideras los años que jamás consideraste:
la lucha ha resultado agotadora… aunque también, en ocasiones,
interesante, como cuando
descanso aquí en silencio momentos
después del anochecer a la par que el sonido de los siglos recorre
todo mi cuerpo…
este
perro viejo
[se halla] reposando pacíficamente
bajo la sombra
pero dispuesto.



de nuevo

en este momento ha quedado ocupado el territorio,
los corderos han sido ofrendados en el sacrificio,
como la historia al quedar arañada de nuevo en sus paredes cetrinas,
como banqueros que se escabullen para sobrevivir,
como jovencitas pintando sus labios hambrientos,
como sombras que se preparan para caer,
como océanos engullendo las toxinas del hombre,
como el cielo y el infierno mientras danzan en la antesala,
comienza de nuevo y es echada a andar de nuevo[.]
está cocida la manzana[:]
compra el automóvil,
corta el césped,
paga los impuestos,
cuelga el papel de baño,
cercena los clavos,
escucha el canto de los grillos,
revienta los globos,
bebe el jugo de naranja,
olvida el pasado,
pasa la mostaza,
instala las sombrillas,
toma la píldora,
revisa el aire de las llantas,
anuda los guantes[.]
redoblan las campanas,
la perla está en la ostra,
la lluvia cae
mientras que la sombra se prepara para cubrirme de nuevo.



¿y ahora?

las palabras van y vienen,
yazgo enfermo.
suena el teléfono, el gato duerme,
Linda usa la aspiradora.
aguardo por mi vida,
aguardo por la muerte.

desearía al menos poder dar algo de pelea en el cuadrilátero.
hubo un mal arreglo
pero el árbol de afuera no lo sabe:
lo contemplo mientras es sacudido por el viento
a la luz del sol del atardecer.

no hay nada aquí que declarar,
se trata únicamente de una espera.
cada quien la enfrenta solo.

¡Oh, alguna vez fui joven!
¡Oh, alguna vez fui increíblemente

joven!



Fuente: Charles Bukowski, The pleasures of the damned
Traducción: Lucio Arreola Barroso