azul*
pez azul, noche azul, un cuchillo azul-
todo es azul.
y mis gatos son azules: pelaje azul, garras azules,
bigotes azules, ojos azules.
mi lámpara junto a mi cama produce
un brillo azul.
en mi interior, mi corazón azul bombea sangre azul.
mis uñas de las manos, mis uñas de los pies son
azules
y alrededor de mi cama flota un
fantasma azul.
incluso el sabor de mi boca es
azul.
y yo sigo solo y agonizante y
azul.
*Azul: En inglés,
el color azul es sinónimo de tristeza.
recapitulación
más días perdidos,
días sangrientos,
días evanescentes.
más días malgastados,
días desechados,
días fustigados,
mutilados.
el problema es
que son días que se suman
a una vida,
mi vida.
yaciendo aquí
a mis 73 años de edad
me siento vilmente
engañado,
como cuando se rompe un palillo
mientras uno
se lo pasa
por lo dientes.
la muerte debería ser sencilla;
como un tren de carga que
no alcanzas a escuchar
justo cuando le acabas de dar la
espalda.
se avecina el ocaso
no hay quien se lamente de mi partida,
ni siquiera yo;
pero me gustaría escuchar el canto de algún juglar
o al menos algún brindis con una copa de vino.
creo que debe resultar molesta sobre todo para los jóvenes:
una muerte lenta y apacible.
aun así podría resultar todo un sueño hecho realidad para
cualquier hombre;
uno desea zarpar en una vieja embarcación,
con sus cascos cubiertos de costras blancas de sal
desplazándose sobre el mar mientras sacude nuestras ideas de
inmortalidad.
agua de mar en nuestras narices
agua de mar en nuestro cabello
agua de mar hasta el tuétano, en los ojos
y sí, también dentro de nuestro pecho.
¿acaso extrañaremos
el amor de una mujer o la música o los alimentos
o el retozar de un enorme y musculoso
caballo, pateando terrones y destinos
alto y lejos
por un instante mientras se avecina el ocaso?
por ahora es mi turno
y no hay ninguna majestuosidad en ello
porque tampoco hubo ninguna majestuosidad
antes
y cada uno de nosotros, como gusanos arrancados
de nuestras manzanas de un mordisco,
no merecemos ninguna clase de indulto.
la muerte entra por mi boca
y las serpientes recorren mis dientes
y me pregunto si acaso no me siento asustado de
esta sorda y apacible muerte que
se asemeja al marchitarse de una rosa.
cavilaciones durante
el crepúsculo
el divagar de la mente,
la pérdida paulatina, el marcharse
lejos.
el propio fallecimiento no puede
resultar nada interesante.
desde mi cama veo 3 pájaros a través
de la ventana del lado Este:
uno negro como el carbón, otro café
oscuro, el
otro amarillo.
conforme anochece contemplo el
parpadear de las luces del puente.
me encuentro tendido en mi cama
envuelto hasta la barbilla.
no tengo idea de quién ganó en la
pista de carreras el día de hoy.
mañana tendré que volver otra vez al
hospital.
¿por qué a mí?
¿por qué no?
mi último invierno
contemplo esta última tormenta como si careciera de
importancia a los ojos
del mundo;
hay cosas mucho más importantes por las cuales preocuparse y a tener
en consideración.
contemplo esta última tormenta como si careciera de
importancia a los ojos
del mundo
y no quiero decir con ello que debería darle importancia
alguna.
han habido otras tormentas mucho más grandiosas e
impresionantes.
contemplo esta última tormenta mientras se avecina y en
calma
mi mente espera.
contemplo esta última tormenta como si careciera de importancia
a los ojos
del mundo.
el mundo y yo raras veces hemos estado de acuerdo en la
mayoría
de las cosas pero
por hoy coincidimos en algo.
así que adelante, trae a mí esta última tormenta.
que ya he aguardado pacientemente por ella demasiado tiempo.
como un delfín
la muerte posee un borde escabroso
a partir del cual no hay escapatoria.
el guardián tiene posado su ojo sobre mí.
su ojo malo.
por ahora estoy pasando duros momentos
en soledad.
encerrado bajo llave.
no seré el primero ni tampoco el último.
sólo me gustaría contarles cómo pasan estas cosas.
en este momento, yazgo bajo mi propia sombra.
los rostros de la gente se tornan cada vez más tenues.
las viejas canciones todavía siguen sonando.
con mi mano en el mentón, sueño con
la nada mientras mi infancia perdida
se precipita como un delfín
en los gélidos mares.
Fuente: Charles Bukowski, The pleasure of the damned
Traducción: Lucio Arreola Barroso
Traducción: Lucio Arreola Barroso